Desnudar los secretos sobre el papel es una manera de desterrar la angustia. Abrir una ventana. Escribir.
Dicen que todo se olvida, pero no es cierto
En algún lugar de la memoria se quedaron aquellas horas vividas, intensas, plenas de amor, aunque como el agua entre los dedos se fueron escurriendo con los recuerdos y la nostalgia.
El pasado a veces, se abre paso como un viento huracanado que nos desbasta, o nos rescata de la aridez de un tiempo sin tiempo de nuestra desordenada geografía.
Ahora que te recuerdo, comprendí que hace mucho tiempo, tu imagen vuelve y vuelve con aquellos días. Tus cartas largas, prolijas, explicándome todo, contándome todo con la minuciosidad de tu ordenada caligrafía.
Ese tiempo de amor pasó, se trunco de repente sin sentido, solo la razón de tu muerte sin razón y la necesidad de cerrar los ojos a la vida que se convirtió en un paisaje árido, un cielo nublado, una constante lluvia para borrar los sueños.
El mar se veía azul en la lejanía, los veleros eran el paisaje marino, eran el símbolo del destino que pasa impredecible y se pierde en el horizonte sin poder retener un solo instante, dejando pasar los días así como las cuentas de un rosario solamente con la esperanza.
Me preguntaba si habría alguna forma de volver a creer en el destino, de volver a amar, o sentir el calor del sol en la piel como una caricia. Si me lo preguntaba.
Pensaba en tu vida trunca, ya no ibas a poder ver crecer a tu nieto pelirrojo, ya no podríamos encontrarnos esas mañanas de martes. Demasiado tarde para este martes de ausencias, si ya todo era demasiado tarde.
Todavía te veo mirándome con tu sonrisa buena, como no creyéndome, como no creyéndote que nos amaramos tanto.
Tu sonrisa es lo que mas añoro, y los días que estuvimos juntos con las gotas de lluvia, el olor a pan horneado, el murmullo del agua del río.
No puedo asimilarlo, me desdoblo, quisiera amar hasta el infinito, pero me voy consumiendo en este estar sin estar, como suspendida en el tiempo.
Con mis contradicciones de querer olvidar y recordarte.
Como si no me importara, sigo la rutina, no se como resolver este rompecabezas, donde la vida solo puede estar en los sueños, porque solamente así se puede ser feliz.
Se que te escribo sabiendo que ya no leerás esta carta.
Miro otra vez la lejanía como si quisiera encontrarte. Si, dicen que todo se olvida, pero no, todo vuelve la memoria esta ahí y se dispara como un misil.
Y así esta tarde de sol, de mar, de veleros perdiéndose en el horizonte, vuelven tus ojos, tranquilos, azules, tu imagen de la adolescencia, de aquel muchachito de barrio que se fue para no volver. De aquel hombre que formo una familia en otras tierras, de los hijos que me contabas. De los nietos que te visitaban los domingos.
De nuestras cartas largas interminables, donde siempre quedaba algo para contar, los descorregidos relatos de mis días, mis poemas, mis reflexiones y la impasible paciencia tuya con mis rebeldías.
Dicen que todo se olvida… dicen dicen…
Mirando hacia el horizonte, mirando el cielo, el mar. Mirando los días y las noches se que no es cierto.
Ya no podré olvidarte jamás.
merda me pegastes fuerta carmen.., como siempre
ResponderEliminarpero de todas maneras gracias mil, por llevarme al mundo de mi patria interior, que a veces por la inmediatez esta un poco olvidada
un beso
juan carlos montenegro