François
Mitterrand pudo haber sido escritor, filósofo o sociólogo pero fue Presidente
de Francia y fue un presidente intelectual y de una cultura inmensa. Todo el
mundo lo dice, todo el mundo lo reconoce y, por supuesto, él no podía dejar de
interesarse a la Biblioteca Nacional de Francia (BNF) y el 14 de julio de 1988
anunció una nueva construcción y reformas de la biblioteca, que tendría que ser
la más grande del mundo con la utilización de las tecnologías más adelantadas.
El presidente
siguiente, Jacques Chirac, que le había ganado las elecciones, inaugura en el
1996 al público esa biblioteca bautizándola con el nombre de su eterno rival
político “Biblioteca François Mitterrand”.
Claro que, cuando
voy a la carnicería de mi pueblo, y veo sobre el muro el año en que se abrió
sonrío. Desde hace 500 año que ese negocio va pasando de padre a hijo. Esto
siempre me hizo pensar que en Francia el tiempo se mide en siglos y, cuando
comienzo a dudar, aparece algún evento para recordármelo.
Este año
comenzaron los festejos de la Biblioteca Nacional de Francia: “10 siglos de
conocimientos”. Pero según la publicidad pegada en todos los subterráneos de
París: ¡son 1500 años de existencia!
La historia dice
que la BNF nació a partir de la “Librería” del rey Charles V en el Louvre y que
fue durante el reinado de Luis XIV donde más se desarrolló la biblioteca. Luego
en el 1720 los libros y documentos fueron catalogados por temas y eso permitió
desde entonces abrirlo para la consulta del público transformándose en
biblioteca pública.
El objetivo de los
diferentes reyes, emperadores y gobernantes fue siempre coherente, la BNF debía ser un símbolo de la riqueza y
grandeza de la Francia. Así pasaron la revolución del 1789 y dos guerras
mundiales y la biblioteca no solamente no sufrió grandes pérdidas por el
pillaje sino que continuó su crecimiento. Claro que se usaron diferentes tipos
de métodos, tal vez discutibles, para agrandarla. Por un lado, se vaciaron casi
todas las bibliotecas del país trasladando sus mejores obras y documentos a
París. Luego, aprovechando las conquistas en el exterior, las tropas francesas
se apoderaron de enormes colecciones como trofeos de guerra, sobre todo las
consideradas útiles y de mayor prestigio, y aunque en el 1814 fueron devueltas
numerosas colecciones a los países saqueados todavía la BNF guarda importantes
documentos y colecciones usurpadas a países extranjeros. Desde hace varios
siglos se implantó también el sistema de “Depósito legal” que es una ley que
obliga a todos los editores e imprentas de Francia a declarar y depositar en la
BNF dos ejemplares de todo lo que se haga: libros, revistas, periódicos, etc.
De esa manera, todo lo que se edita y se publique en Francia está en algunos de
los múltiples catálogos de la biblioteca.
El modernismo y
las nuevas tecnologías también entraron hacer parte de la dinámica de la
biblioteca y desde 1980 se comenzó a digitalizar libros y documentos
originales.
La BNF es
subterránea con 4 torres, como libros abiertos, que se yerguen en cada ángulo
del edificio.
1000 años no es
una pavada y hoy en día hay 3 641 plazas individuales para saciar
conocimientos. Más de 40 millones de libros y documentos que pueden ser
consultados. Además, todo el mundo encuentra su horma, dice el dicho. La SOFIA
(Sociedad Francesa de los Intereses de Autores del Escrito) firmó un convenio
con la BNF por las obras digitalizadas donde el escritor recibe de 0,75 a 1,15
euros por cada texto consultado. Y yo que soy miembro de la Scam (Sociedad de
compositores y autores multimedia) que es quien administra mis derechos de
autores, les digo a todos mis amigos: vayan y consulten mis obras que estoy
juntando dinero para ir a la Argentina. No importa si el último trimestre me
liquidaron sólo 0,68 euros, soy un escritor optimista.