Vipi
En casi toda América Latina se celebrará el bicentenario de independencia. En nuestra casa a dicha celebración se agregará aquella carta postal y estereotípica de la imagen de México, la Revolución. ¿Independencia y Revolución? ¿Qué celebrar? En tiempos donde la independencia política se ve sujeta a las cadenas del capitalismo global y de sus centros de poder; en donde la palabra “Revolución” ha dado un cambio semántico y ahora puede ser tomada como sinónimo de ideología subversiva ¿qué celebrar?
Todos los quinces del noveno mes los mexicanos salimos a la calle, como si festejáramos a la victoriosa selección mexicana de fútbol, y gritamos vivas a los próceres de la patria. Los zócalos se llenan de patriotas que engalanados con los colores del lábaro patrio se disputan el lugar más cercano al balcón de cualquier palacio de gobierno. Esos mismos responden como autómatas formateados ¡Viva México!
Los dieciochos y veintes de noviembre vemos ejércitos de niños con sombreros de alas anchas, vestidos de blanco y cruzando su pecho dos cinturones, que es lo que más se asemeja a unas carilleras. Estos desfilan por las escuelas y estratégicamente formados en los patios gritan ¡Viva México! ¡Viva la revolución!
Una independencia que se asemeja a una idea vaga sobre la autonomía territorial. Las leyes del Fondo Monetario Internacional dictan los contenidos de los cursos, la forma en que millones de mexicanos serán poco a poco excluidos de los sistemas de educación y salud. Este sistema respetará la democracia republicana de nuestra nación a cambio de que el movimiento revolucionario se convierta en una imaginaria mercancía de suvenires turísticos.
Los bailes se preparan con bombas y platillos. Los cuerpos diplomáticos se alistan para la cena en París, Madrid, Buenos Aires; en fin, en todo el orbe. Por una noche las muertas de Juárez podrán bailar con los desaparecidos políticos y los jóvenes masacrados en la plaza de las tres culturas en 1968 gritarán ¡Viva la revolución! Con sus comandantes, Jaramillo, Vázquez, Cabañas y Gamiz que con gesto marcial saludarán a la bandera del general Zapata.
Los encapuchados del sureste mexicano, podrán hablar una noche entera sobre la autonomía y los avances de la revolución. Sus bailes no serán tan fastuosos ni caros como aquellos en el exterior y en el zócalo capitalino. Si tenemos un poco de suerte podremos colarnos sin pagar, si es que cobran la entrada, y bailar al ritmo de Bronco y su inmortal melodía “La del moño colorado” con los luchadores sociales de ese lugar que le dicen México.
En Atenco los machetes no descansarán en su funda y se recordará la violación de mujeres, jóvenes y niños. Nos darán un ejemplo de independencia, de resistencia, de valor. Ejemplares cualidades revolucionarias. El país entero saldrá a la calle. Algunos podrán sentarse a la mesa escuchar el himno nacional y ver hacia su interior que nada ha pasado.
La Puebla revolucionaria ofrecerá la amnistía a los periodistas encarcelados por investigar casos de pederastia. Ese sitio apático donde se ignoró olímpicamente el llamado de los hermanos Serdán a tomar las armas. Ese mítico sitio que se dice la cuna de la revolución que de tanto mecerse se ha quedado dormida.
El empleado de la fábrica añorará aquellos días de los beneficios sociales, que ya son historia, como aquella que nos dice que los abuelos salieron a pegar tiros para que los pobres ya no fueran tan pobres, para que la tierra fuera de quien la trabajara, para que México fuera de los mexicanos. Las mujeres recordarán al marido que vive en Estados Unidos y que, al igual que ellos, saldrá a celebrar nuestros logros como país.
Los pueblos vacíos de campesinos, seguirán mirando al citadino con desconfianza y se preguntarán para sus adentros, por qué gritan ¡Viva México! como endemoniados. Los jóvenes podrán celebrar que la educación sigue siendo gratuita, que los servicios de salud son para todos los mexicanos y que las oportunidades de empleo se presentan en un marco legal donde las garantías laborales son respetadas.
Los centros culturales y científicos del país levantarán la bandera del progreso. Al igual que el sistema de justicia. ¿Olvido algún aspecto de la celebración? Si es así, les ruego me disculpen por mi mala memoria y sobre todo por mi total ignorancia sobre la situación de un país que celebra dos siglos de independencia y uno de revolución. A esto hay que agregar que soy un pésimo bailarín Tomás Descartes
No hay comentarios:
Publicar un comentario