El periodismo literario no es ficción, aunque se trate de contemplar climas, tonos y juzgar el valor de la escritura de un autor, solo se puede ir con la verdad, la realidad.
Cual es el limite? No inventar, ni juzgar sino comentar el parecer de la manera mas justa que se pueda. “Fui, vi y voy a contar lo que honestamente creo que vi”
Quizás en ese “creo” esta la trampa. Y no porque un critico evaluara los hechos de ficción según su filosofía. Es posible, que un periodista de Francia y otro de Formosa tengan una visión distinta de cuando una tarde es triste, un paisaje hermoso o una ciudad es fea. Claro, a diferencia del periodismo real, donde no se puede imaginar, ni poner una propia opinión, sino ajustarse a los hechos, no se puede decir que lo blanco es gris, ni lo gris es negro. Hacer una descripción eficaz, sin adjetivos ni metáforas, y no crear climas de suspenso para confundir o tratar de crear un estilo literario, o agregar exageraciones según convenga a ideas propias.
Porque un texto con esas sutiles invenciones o mentiras, será poco creíble o será un texto de ficción desde la mirada de un critico literario, según le duela o no el estomago.
No hay que inventarle piezas al mecano, ni relatar los hechos tal como a uno le hubiera gustado que sucedieran. El reportero de guerra habría acomodado muchas veces datos a su arbitrio, se trata del gran cronista Ryszard Kapuscinski.
La no ficción creativa, es una pendiente peligrosa, quizás este periodista podría haber tenido el Premio Nóbel de literatura y hubiera sido el primero después de Winston Churchill en 1953. Después de todo es una polémica que dio la vuelta al mundo, con sus reportajes políticos literarios
Artur Domoslkawski, el autor del libro “La no ficción de Kapuscinski” ha sido criticado por varios motivos; entre ellos por su poca delicadeza en abordar sus aventuras amorosas y los encuentros con la policía secreta del pasado comunista del escritor viajero.,
El antropólogo y escritor Jhon Ryle, documentaba numerosas inexactitudes y exageraciones, en sus escritos sobre África, con un estilo subtropical barroco, salvaje y descontrolado, quejándose de que su material es falso e inventado. “El emperador” es la mejor novela polaca del siglo xx.
Kapuscinski era un gran narrador.
Existe una frontera con alambrada, una zona fronteriza que los periodistas no deberían intentar cruzar, o entonces poner una etiqueta distinta a las crónicas, y es sencillamente el deber de ser justos con nuestros lectores.
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